jueves, 21 de septiembre de 2017

Alimentos Transgenicos

¿Qué son los transgénicos?

Organismos a los que se les inserta material genético de especies distintas a la que pertenece mediante técnicas de ingeniería genética. Con estas técnicas, se trascienden las barreras reproductivas que existen entre las diferentes especies, haciendo posible que, por ejemplo, se le inserte un gen de bacteria a una planta.
Incluyen en su composición algún ingrediente procedente de un organismo al que se le ha incorporado, mediante técnicas genéticas, un gen de otra especie. Gracias a la biotecnología se puede transferir un gen de un organismo a otro para dotarle de alguna cualidad especial de la que carece. De este modo, las plantas transgénicas pueden resistir plagas, aguantar mejor las sequías, o resistir mejor algunos herbicidas. En Europa no todas las modalidades de transgénicos están autorizadas, sólo algunas pueden ser cultivadas y posteriormente comercializadas.
Los transgénicos, desde su nacimiento, han suscitado mucha polémica.


Beneficios de los alimentos transgénicos

Algunos de los beneficios de los alimentos transgénicos, entre otros, son:

Alimentos con mejores y más cantidad de nutrientes.
Mejor sabor en los productos creados.
Mejor adaptación de las plantas a condiciones de vida más deplorables.
Aumento en la producción de los alimentos con un sustancial ahorro de recursos.
Aceleración en el crecimiento de las plantas y animales.
Mejores características de los alimentos producidos a la hora de cocinarse.
Capacidad de los alimentos para utilizarse como medicamentos o vacunas para la prevención y el tratamiento de enfermedades.

Desventajas de los alimentos transgénicos:

Sin embargo, a pesar de las ventajas que pueden aportar para quien los consume, muchos expertos y organizaciones se oponen a la comercialización de los alimentos transgénicos, principalmente por los daños al medio ambiente y a la salud que estos pueden causar, entre ellos:

Incremento de sustancias tóxicas en el ambiente.
Perdida de la biodiversidad.
Contaminación del suelo.
Resistencia de los insectos y hierbas indeseadas ante medicamentos desarrollados para su contención.
Posibles intoxicaciones debido a alergias o intolerancia a los alimentos procesados.
Daños irreversibles e imprevisibles a plantas y animales tratados

Alimentos transgenicos en Colombia
Los cultivos transgénicos solo llevan dos décadas de haber sido liberados comercialmente en el mundo y ya existen evidencias claras de los impactos negativos generados por los cultivos y alimentos transgénicos sobre el ambiente, la biodiversidad, la salud y en lo socioeconómico, especialmente en los países del Sur. Estas tecnologías son producidas por empresas biotecnológicas que controlan las semillas y todo el paquete tecnológico asociado a la producción de alimentos y materias primas. En el mundo comercialmente solo se siembra masivamente soya, maíz, algodón y canola, que han sido modificadas genéticamente con solo dos tipos de tecnología: cultivos (Bt) para el control de algunas plagas y cultivos tolerantes a herbicidas (Th). En general en los últimos años el área mundial de cultivos transgénicos aumentó significativamente, pero en 2015 ha ocurrido un estancamiento del área sembrada, que pasó de 181,5 millones de hectáreas en 2014 a 179,7 millones en 2015. Esta misma tendencia ha sucedido en el último año en Colombia: el área sembrada de algodón ha disminuido fuertemente, debido al fracaso del algodón transgénico y la del maíz, posiblemente porque en algunas regiones ésta tecnología no ha funcionado bien y han llevado al fracaso a muchos agricultores en el mundo.
Colombia atraviesa actualmente por una fuerte crisis del sector agropecuario, generada por las fallidas políticas rurales de los gobiernos en las últimas décadas, que se han enfocado en la promoción de la agricultura agroindustrial, y el fomento de actividades extractivas insostenibles, la atracción de los inversionistas en el marco de los Tratados de Libre Comercio, y el abandono a su suerte a los sectores campesinos y pequeños productores, que fracasan en sus intentos de permanecer dignamente en sus territorios y produciendo alimentos. Adicionalmente estas crisis se han profundizado por la falta de políticas que permitan mitigar y superar los efectos del cambio climático, que han llevado a la pérdida de la producción agrícola nacional y que han vuelto inviable la agricultura en varias regiones del país.

Frente a esta situación se promueve la importación masiva de alimentos, especialmente de maíz y de soya transgénica, sin ningún control sobre los impactos que pueden generar en la salud humana y animal. Actualmente se importa  el 85 % del maíz y el 95 % de la soya que se consume en el país, por mencionar solo los dos cultivos transgénicos más importantes en el mundo. El ICA ha aprobado la siembra comercial de cultivos transgénicos de algodón, maíz y soya, aunque de soya aun no se reportan siembras comerciales, pero es uno de los cultivos estrella que se plantea establecer a gran escala en la altillanura en los próximos años, mediante la implementación de las Zidres. Para el caso de los alimentos, el INVIMA ha otorgado licencias sanitarias a mas de veinte tipos de productos provenientes de cultivos transgénicos que han entrado a la cadena alimentaria y entre ellos existen mas de diez tipos de maíces modificados genéticamente.

Entre estos alimentos transgenicos estos siete son los mas comunes:

1) Maíz
Casi el 85 por ciento del maíz cultivado en los E.E. U.U. ha sido modificado genéticamente. Se encontró que los alimentos de la marca Aun, que elabora alimentos de copos de maíz entero, contienen maíz modificado genéticamente. Muchos productores modifican el maíz porque son resistentes al herbicida glifosato, que se utiliza para matar las malas hierbas.

2) Soja
La soja es el alimento más modificado genéticamente en Estados Unidos. El mayor productor de E.E. U.U. de semillas híbridas para la agricultura, Pioneer Hi-Bred International, creó una soja genéticamente modificada que fue aprobada en 2010. Se modificó para tener un alto nivel de ácido oleico, que se encuentra naturalmente en el aceite de oliva. El ácido oleico es un ácido graso omega-9 monoinsaturada que puede reducir el colesterol LDL (tradicionalmente considerado como colesterol “malo”), en sustitución de otras grasas.

3) Calabaza y calabacín
Los números genéticamente modificados de esta verdura son relativamente pequeños, pero la calabaza y el calabacín amarillo genéticamente modificado se pueden encontrar en dos especies diferentes en los E.E. U.U. Las especies contienen genes de proteínas que protegen contra los virus. Al igual que sus homólogos de otros alimentos modificados genéticamente, no somos capaces de notar la diferencia entre no una calabaza normal y una modificada.

4) Alfalfa
Fresh alfalfa sprouts isolated on white background
El cultivo de la alfalfa modificada genéticamente fue aprobado en 2011 y consta de un gen que lo hace resistente al herbicida Roundup, permitiendo a los agricultores rociar el producto químico sin dañar la alfalfa.

5) Canola
La canola se modifica genéticamente desde su aprobación en 1996 y, a partir de 2006, alrededor del 90 por ciento de los cultivos de canola de Estados Unidos son genéticamente modificados.

6) Remolacha azucarera
Una verdura muy controversial, la remolacha azucarera se aprobó en 2005, se prohibió en 2010 y luego desreguló oficialmente en 2012. La remolacha azucarera genéticamente modificada constituyen la mitad de la producción de azúcar en E.E. U.U., y el 95 por ciento del mercado de la remolacha azucarera del país.

7) Leche
Para aumentar la cantidad de leche producida, a las vacas se les da a menudo rBGH (hormona recombinante del crecimiento bovino), que también está prohibida en la Unión Europea, así como en Japón, Canadá, Nueva Zelanda y Australia.

Pero nos vamos a enfocar en el siguiente alimento, el maiz.

Maiz Transgenico


Maíz RR o resistente a glifosato:


Cultivo de Maíz RR fumigado con glifosato.
El maíz RR (Roundup Ready) es un tipo de maíz transgénico resistente al herbicida glifosato (Liberty y Roundup). Se creó para combatir malezas como el sorgo de Alepo que retardan el desarrollo del maíz en cultivos intensivos. Las variedades de maíz resistentes al glifosato fueron comercializadas por primera vez en 1996 por Monsanto.​

Pioneer Hi-Bred también ha comercializado híbridos de maíz tolerantes al herbicida imidazolina bajo la marca "Clearfield", sin embargo en estos híbridos la tolerancia a herbicida se incorporó a las variedades mediante selección de cultivos tisulares y la acción de del mutágeno metanosulfonato de etilo y no mediante ingeniería genética.2​ Por este motivo, la regulación por parte de las autoridades sobre aprobación, uso y consumo de maíz transgénico no se aplica para el maíz tolerante a imidazolina.

Actualmente se cultiva en 14 países.3​ Hasta 2012, se autorizó la importación en la Unión Europea de 26 variedades de maíz transgénico resistente a herbicida.4​ aunque esas importaciones siguen siendo controvertidas, en 2012 la Unión Europea informó de la importación de 30 millones de toneladas anuales de cultivos GM.

En enero de 2013, la European Food Safety Authority publicó todos los datos presentados por Monsanto en relación con la autorización de 2003 de maíz RR6​

Maíz resistente a virus
En 2007, investigadores de Sudáfrica anunciaron la producción de una variedad de maíz resistente al virus del rayado fino del maíz (MSV).7​ Esta variedad está todavía en fase de investigación y desarrollo.

Resistencias combinadas
Hay híbridos transgénicos de ambas resistencias a pestes y a herbicidas.

Este maíz se reproduce naturalmente, pues hay seguramente escape de polen transgénico. Se han observado abejas obteniendo polen de maíz transgénico.


Mentiras y verdades sobre el maíz transgénico


En esta sección rebatimos una por una las mentiras que las corporaciones agrobiotecnológicas esparcen por todo el mundo para justificar la siembra y consumo de maíces transgénicos... ¡No te dejes engañar!

Mito: Es seguro para el medio ambiente.
Realidad: Gran parte del maíz transgénico es del tipo Bt que fue manipulado para producir un insecticida que ataca al gusano barrenador europeo, pero también perjudica a otros insectos que ayudan a controlar plagas, entre ellos la mariposa monarca. Esta toxina se acumula en los suelos de cultivo y por lo mismo podría afectar su fertilidad a largo plazo.

Mito: Es seguro para la alimentación humana.
Realidad: La industria biotecnológica se ha negado a hacer pública la información vital que demuestra los problemas para la salud humana por el consumo de alimentos transgénicos. Científicos han revelado que Monsanto omitió reportar efectos negativos serios, como los signos de toxicidad en los órganos internos de las ratas.

Mito: Se necesita para combatir al cambio climático.
Realidad: Estudios independientes confirman que el etanol de maíz es no sustentable como método de bioenergía. El uso de maíz para este uso eleva los precios de los alimentos y amenaza la seguridad alimentaria. La reducción de CO2 es mínima debido a la energía que se usa para fabricarlo.

Mito: Brinda beneficios económicos
Realidad:Por el contrario,compañías como Monsanto ofrecen préstamos a campesinos pobres para que compren sus caras semillas transgénicas. Al final los campesinos terminan con deudas y se ven forzados a adquirir más préstamos. Ya sea por comprar semillas o por contaminación "accidental" cientos de productores estadounidenses se han visto forzados a pagar millones de dólares. Y dado que las semillas transgénica no tienen los altos rendimientos que prometían, lo único que hacen es enganchar a los productores a paquetes tecnológicos más caros y dañinos para la biodiversidad.

Mito: Ayudará a reducir el hambre
Realidad: El hambre es un problema de distribución y de falta de recursos. Son demasiadas las personas que no pueden tener acceso a los alimentos básicos, no porque haya escasez de éstos, sino porque no tienen suficientes ingresos para ello. Las semillas transgénicas no están diseñadas para resolver el hambre del mundo sino para producir ganancias para las corporaciones.

Mito: Es posible la coexistencia entre cultivos transgénicos y convencionales
Realidad: Los cultivos transgénicos contaminan los cultivos convencionales, los orgánicos, los alimentos y la miel. Cuando se cultivan fuera del laboratorio es imposible parar el curso normal de la naturaleza: de los insectos, de la polinización o las corrientes de aire. Por ello la contaminación se expande de manera natural e inevitable. Si el maíz transgénico contamina las plantas nativas de maíz, estamos en peligro de perder estas plantas madre que son el origen de todas las variedades de este grano, lo que sería un desastre mayúsculo.

Mito: Es imposible detener la tecnología transgénica
Realidad: Hasta ahora la mayoría de los transgénicos se cultivan sólo en cuatro países: Estados Unidos, Argentina, Canadá y Brasil. Otros países se han opuesto a su cultivo. A más de una década de sus inicios, la industria biotecnológica no ha logrado imponerse, debido a todos los riesgos ambientales, económicos y de salud que conlleva y a que no resuelve ningún problema del campo. En México, a pesar de que en 2009 se aprobaron las siembras experimentales de maíz transgénico, el rechazo a esta tecnología entre campesinos, consumidores y científicos independientes es creciente.

¿Qué daño le hace al campo?

Los posibles daños al campo, que han sido comprobados, es que al introducirse transgenes a variedades nativas de maíz, éstas sufran una descompensación genética y fisiológica. Estas secuencias pueden llegar fácilmente al campo mexicano ya que el maíz es una planta que se poliniza fácilmente y por ello los maíces nativos o criollos pueden contaminarse con polen de maíz transgénico.

Además, las prácticas campesinas implican el intercambio de semillas de sus parcelas. Se considera que parte de la contaminación que ya ha ocurrido en algunos estados de México se debe a que Diconsa importa maíz de Estados Unidos que al llegar aquí se mezcla con el local. Científicos mexicanos opinan que si se llega a la siembra comercial, la contaminación con maíz transgénico nos llevaría a perder las razas y variedades de maíces nativos, desarrolladas a lo largo de miles de años de cultivo.

Por si fuera poco, las secuencias transgénicas están patentadas por lo que si un agricultor presenta estas secuencias en su maíz, las que pueden llegar por polinización (cruza entre un maíz transgénico con uno no transgénico), las compañías que detentan la patente pueden demandarlo. De hecho, hay ya varias demandas de compañías como Monsanto contra agricultores locales, que pasan de víctimas de la contaminación, a acusados de plagio. Los juicios son costosos y muy lejanos a la lógica y los recursos de los campesinos mexicanos. Nuestra cultura tradicional es comunitaria; la otra es mercantil e individualista.

Maíz Transgénico en Colombia

Para el caso del maíz transgénico, es una situación mas crítica, puesto que Colombia es uno de los centros de mayor diversidad de maíz del mundo, en el territorio nacional se encuentran 23 razas ancestrales de maíz, de las cuales existen cientos de variedades criollas, que han sido fundamentales para la cultura y la soberanía alimentaria de los pueblos y es uno de los pilares de la alimentación del pueblo colombiano. El ICA aprobó la siembra de maíz transgénico desde el año 2008. El área creció en los primeros años rápidamente, hasta llegar a 89.048 hectáreas en el año 2014, pero en el año 2015 disminuyó a un área de 85.250 hectáreas (Agrobio, 2016); aunque es probable que exista una área mayor porque son muy débiles los controles del ICA y también porque ya deben haber ocurrido muchos casos de contaminación genética de los cultivos no transgénicos y de las variedades criollas.

Impacto y fracasos del maíz GM

La principal preocupación que existe por la siembra de maíz transgénico, en un país mega diverso en maíz como Colombia, es la contaminación genética de las variedades nativas y criollas que conservan y producen las comunidades indígenas, negras y campesinas en sus territorios y en sus sistemas tradicionales de producción, lo que puede generar la degradación de estas semillas y la perdida de la economía campesina. En el país no existen los debidos controles de bioseguridad que impidan la contaminación genética de los maíces criollos, debido a que una vez los maíces GM entren al país ya sea vía importación de granos o como semillas, la contaminación es absolutamente inevitable. Es así como ya en varias regiones del país comunidades campesinas e indígenas han encontrado a partir de pruebas técnicas que sus variedades criollas han sido contaminadas, lo que las ha llevado a buscar estrategias y acciones para proteger sus maíces de esta amenaza transgénica.

En varias regiones del país se han presentado fracasos de los cultivos del maíz transgénico, especialmente en zonas donde han avanzado los monocultivos de maíz GM como la Altillanura de la Orinoquía, Córdoba, Tolima, Huila y el Valle del Cauca, en donde muchos agricultores, han sido enganchados por esta tecnología. Esta tecnología ha funcionado bien para el caso de cultivos de maíz tolerantes a herbicidas, debido a que han facilitado el control de malezas y en muchos casos les ha generado ganancias económicas; sin embargo, en los últimos años se han presentado en algunas de estas regiones problemas ambientales, tecnológicos y socioeconómicos producidos por el maíz transgénico, que se evidencia por semillas de mala calidad, por  problemas asociados a esta tecnología, o por la falta de control técnico del ICA y de las empresas, lo que han generado grandes pérdidas económicas a los agricultores.

Este fue el caso en el Espinal, Tolima en el año 2014, donde  se sembraron 8.000 hectáreas de maíz GM (Bt y Th), de Pioneer y  Monsanto.  Entre 2010 y 2013, los agricultores estaban felices porque les funcionó bien la tecnología de tolerrancia a herbicidas, debido a que les disminuyó los costos para el control de malezas, pero no funcionó la tecnología Bt para el control de las plagas lepidopteros y en ese año mas de 180 agricultores del Espinal, el Guamo y el Valle del San Juan, perdieron cerca del 75 % de la cosecha, entre $2.5 a 3 millones de pesos por hectárea.

Los agricultores culparon de su fracaso a la mala calidad de las semillas transgénicas, y evidenciaron problermas como: las mazorcas solo llenaron entre el 40 % y 60 % de los granos; la tecnología Bt no controló las plagas de cogolleros: Spodoptera sp., Diatrea sp, requiriéndose hasta tres aplicaciones de insecticidas y surgieron otras plagas de chupadores; tambien se presentaron enfermedades fungosas que generaron volcamiento y muerte de las plantas, lo que requirió realizar una o dos aplicaciones de fungicidas; adicionalmente aparecieron malezas resistentes a glifosato: Liendre puerco y batatilla, lo que llevó a un aumento en la aplicación de este herbicida.

Pero las denuncias y reclamos de los agricultores a las empresas semilleras y al ICA, no fueron escuchadas y por el contrario culparon del fracaso a factores climáticos y al mal manejo agronómico de la tecnología por los agricultores. El ICA no realizó los debidos controles a las siembras supuestamente “controladas” y no sancionó a las empresas y al final los agricultores tuvieron que que asumir todas sus pérdidas, por una tecnologia que no les funcionó.

Otro caso de fracaso fue el sucedido Campoalegre, Huila en la cosecha de 2016, en donde numerosos agricultores que llevan varios años sembrando maíz transgénico, obtuvieron grandes pérdidas económicas. Esta región tradicionalmente ha sido arrocera, pero desde hace tres años se ha introducido la siembra de maíz GM, de las empresas Monsanto, Dupont y Syngenta que tienen doble tecnología Bt y tolerante al glifosato. En los primeros años se obtuvo alta producción entre 8 y 12 Toneladas/hectárea, y disminución en los costos para control de malezas, con la aplicación de Glifosato, lo que llevó a que rápidamente todos los agricultores abandonaron los híbridos no GM. En 2016 se sembró en Campoalegre aproximadamente mil hectáreas de maíz GM; pero los agricultores fracasaron y perdieron entre el 70 y 90 % de la cosecha, es así como tuvieron pérdidas en promedio de 4 a 5 millones de pesos por hectárea, que en la región representa más de 5.000 millones de pesos en pérdidas.

Frente a esta crítica situación y a los insistentes reclamos de los agricultores por su fracaso, el ICA y las empresas, evaden sus responsabilidades y solo les dicen a los agricultores que este problema no es de la calidad de las semillas, sino que fue un problema climático, por el fuerte verano, que generó un aumento de la plaga de los chupadores transmisores de virus que afectó el desarrollo de las plantas y de las mazorcas; también dicen que fue por el mal manejo técnico de los agricultores de la tecnología transgénica. Pero los agricultores dicen que sí fue un problema de las semillas transgénicas de mala calidad y que en la región no hubo acompañamiento técnico, ni control del ICA y de las empresas; pero aunque las empresas ya conocían este problema presentado en otras regiones, solo se dedicaron a vender semillas. Los agricultores afectados, quieren demandar al ICA y a las empresas. Luego de esta nefasta experiencia, los agricultores tienen que hacerse otra pregunta: ¿Se debe replantear el modelo de la tecnología del maíz transgénico? o siguen con la expectativa de que las empresas en un futuro les traiga las semillas “milagrosas” que les generen enormes ganancias, aunque sigan esperando el próximo golpe que los lleve nuevamente a la quiebra.

¿Qué está haciendo la sociedad civil frente a los transgénicos?

Por todo el país existen comunidades y organizaciones indígenas, afro y campesinas que están implementando acciones de recuperación, conservación, producción y difusión de semillas criollas de maíz, como estrategias para garantizar su autonomía y soberanía alimentaria y también acciones de incidencia que busquen la defensa de las semillas y enfrentar estas tecnologías y modelos productivos insostenibles.

 Para ilustrar mejor algunos ejemplos:

Recuperación, manejo e intercambio local de las semillas nativas y de los sistemas productivos tradicionales y agroecológicos libres de semillas transgénicas.
Alianzas y campañas entre diferentes sectores sociales rurales y urbanos para articular acciones que permitan fortalecer la producción local de alimentos y el consumo de productos limpios del campo.
Demandas judiciales en contra de la introducción de cultivos transgénicos.
Rechazo a los programas agrícolas de fomento y ayuda alimentaria que promuevan o utilizan semillas y alimentos transgénicos.
La declaración de zonas y territorios libres de transgénicos, en diferentes regiones del país.